«Hannibal», impresiones de la primera temporada

Curiosamente, este año nos han llegado casi simultáneamente las series The Following, Hannibal y Bates Motel. Tres series sobre asesinos, y dos de ellas jugando con el factor de que el espectador ya conoce al personaje, bien por películas (Psicosis, El silencio de los corderos), bien por novelas. De The Following ya hablé en su día y no muy bien, y Bates Motel me genera un interés casi nulo. Pero a Hannibal decidí darle una oportunidad aun sin haber visto ninguna de sus películas ni leído ninguna de las novelas en las que aparece: me picó la curiosidad por su actor protagonista y por su creador, Brian Fuller, responsable de las series Tan muertos como yo y Pushing Daisies (Criando Malvas).

La primera temporada de Hannibal narra el inicio de la relación entre el agente especial del FBI Will Graham (Hugh Dancy) y Hannibal Lecter (Mads Mikkelsen). El primero es un criminólogo asesor del FBI, que gracias a una «pura empatía» con los asesinos en serie es capaz de analizar un escenario del crimen a la perfección, poniéndose en la mente del asesino con sólo echar un vistazo. El segundo, de sobras conocido, es contratado por el FBI para hacer un seguimiento de Will, a quien su «empatía» causa cierta inestabilidad. Obviamente las aficiones gastronómicas del doctor Lecter son desconocidas para el FBI (que no para el espectador), y poco pueden imaginarse Will o su superior Jack Crawford (Lawrence Fishburne) que acaban de dejar entrar al lobo en casa.

Iré al grano: no hay lugar alguno para la sutileza en Hannibal, y puede que la visión de alguna escena del crimen os revuelva las tripas. Como poco. Pero también es una serie elegante y con clase: está rodada de un modo exquisito, y los cadáveres que los diferentes asesinos dejan a su paso, pese a ser macabramente enfermizos, rozan de alguna manera lo artístico. Suena raro, pero si uno ve la serie es innegable. Y esta dualidad no se queda ahí, sino que llega incluso a la cocina del doctor Lecter. Basta saber de qué va la serie para saber que lo que Hannibal prepara en la foto de arriba no es precisamente cordero lechal, pero el acabado visual tanto de la escena como del plato ya preparado (en este aspecto, la serie cuenta con asesoramiento del cocinero español José Andrés) hace que el horror y la fascinación vayan la mayor parte del tiempo de la mano.

En cuanto al desarrollo de la temporada, la serie mezcla muy bien el tono episódico y el serializado, por lo que no es una serie que empezar a ver a la mitad. La evolución de los acontecimientos está bien llevada (aunque con ciertas licencias para hacer avanzar la trama), y aunque -al igual que en las novelas- el auténtico protagonista empieza como un mero secundario, poco a poco se nos va desvelando más y más – pero nunca demasiado- sobre ese monstruo que es Hannibal Lecter. Paralelamente, la inestabilidad de Will crece no sólo a raíz de su complicado trabajo sino por la influencia y manipulación del carismático psiquiatra. Lo único criticable en ocasiones es el lento -aunque intenso- ritmo de la serie, pero tampoco llega a ser algo molesto.

Hugh Dancy es un grandísimo Will Graham. Es difícil interpretar a alguien así, puesto que su personaje no hace sino experimentar un descenso a los infiernos a causa de su gradualmente perturbada psique, pero lo cierto es que Dancy lo borda. Mención aparte merece Mads Mikkelsen, que con una asombrosa contención transmite miles de matices. Nunca una simple mirada dejó entrever tanto, y lo curioso es que si bien el papel de Dancy era difícil, más todavía lo era el suyo. No por ser un personaje complejo (que también), sino porque tenía que hacernos olvidar a aquel Anthony  Hopkins tan aterrador. Y lo consigue, vaya que si lo consigue. Y sin bozal ni tonos de voz forzados, porque Mikkelsen tiene algo a su favor: además de ser muy buen actor, tiene un físico y porte perfectos para el personaje. Completan el reparto unos correctos Lawrence Fishburne y Caroline Dhavernas. Destaca también la esporádica presencia de Gillian Anderson (Scully de Expediente X) en el papel de la psiquiatra y antigua conocida de Hannibal. Un papel todavía por desarrollar, y que me imagino que acabará dando mucho de que hablar en posteriores apariciones.

Renovada por sorpresa -sus audiencias eran pírricas-, Hannibal es una serie recomendabilísima y que tras el sorprendente final de su primera temporada promete ir a más. Animáos y dadle una oportunidad. Eso sí, los más sensibles que se abstengan.

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Cinéfilo, seriéfago, ávido lector, y todavía me queda tiempo para tener vida social. Actualmente residiendo en Berlín y cursando un máster universitario.
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